El rey pálido


Si bien la novela póstuma de David Foster Wallace, quizá por su carácter inconcluso, no reviste la complejidad de La broma infinita, me ha apetecido redactar una "guía" para ayudar a cualquier lector dispuesto a sumergirse en las profundidades de El rey pálido. Hete aquí:
Contextualización de la historia:

David Wallace llega a trabajar al Centro Regional de Examen (CRE) de la Agencia Tributaria de Peoria. Su llegada coincide con una lucha interna que enfrenta a dos bandos: por un lado, el protecnología; por el otro, el de los tipos de la vieja escuela que creen en la Agencia Tributaria como organización cívica. Al frente de los primeros se encuentra Merrill Lehrl, el nuevo Director Adjunto de Recursos Humanos del CRE, que proyecta reemplazar a los examinadores humanos por ordenadores. Sólo busca maximizar ingresos y minimizar costes. El otro bando es liderado, aparentemente*, por DeWitt Glendenning, Director del CRE, y el resto de Directores de Distrito, que quieren mantener las cosas tal y como han funcionado siempre.



Lehrl tiene dos subordinados importantes: Reynolds y Claude Sylvanshine. Viven juntos (“un poco como Rosencrantz & Guildenstern en Hamlet”, en palabras del autor). Sylvanshine es un “médium de datos”: recibe ráfagas de información salidas de la nada, en las que se mezclan datos relevantes e irrelevantes. Lehrl recurre al poder de Sylvanshine con idea de obtener información que pueda jugar a su favor acerca de su rival Glendenning, de sus protegidos y de todos los trabajadores del CRE que le resulten de interés (la labor de Reynolds consiste en analizar las ráfagas de datos de Sylvanshine y extraer de ellas estadísticas relevantes; en otra palabra: sintetizar). Además, también quiere encontrar a los examinadores con mejores resultados de los CRE del país entero (como Lehrl pretende sustituir a todos los examinadores por la computadora digital A/NADA, su idea es enfrentar en una prueba a los mejores con la computadora, para que cuando ésta los machaque su proyecto sea admitido ipso facto).

A su vez, los mayores apoyos de Glendenning son Tate y Leonard Stecyk, Director y Subdirector de Personal respectivamente. En realidad, Tate sólo se opone a Lehrl porque quiere poder y control, y no hay poder posible si disminuye el personal humano. Es un inútil al que Stecyk suele hacerle todo el trabajo. Stecyk tuvo una curiosa infancia: era un niño insoportablemente amable, odiado por todos. Empezó a trabajar en la Agencia por puro sacrificio (cree que el trabajo contable es verdaderamente heroico, ya que nunca recibe aplausos o reconocimientos). No obstante, los años lo han cambiado.
Personajes:

El libro no dedica demasiada atención a Glendenning o a Lehrl, son como sombras que miran desde lo alto. Sus ayudantes y portavoces son mucho más tratados. Y, junto a ellos, una serie de trabajadores del CRE de los que iremos descubriendo todo poco a poco: Lane A. Dean, un cristiano que ha perdido el fervor religioso desde que entró al CRE (al contrario que Sheri, la mujer con la que se casó tras dejarle embarazada), que odia su trabajo y tiene fantasías suicidas; Toni Ware, una mujer trastornada por su dura infancia junto a una madre peligrosa y mentalmente inestable; David Cusk, un miedoso cuya monomanía se reduce a evitar sufrir sus desproporcionados ataques de sudor en público; Blumquist, antiguo trabajador de la Agencia que pasó cuatro días muerto en su escritorio antes de que sus compañeros cayesen en la cuenta y que ahora se deja ver por el CRE en forma de silencioso y tranquilo fantasma; «Irrelevante» Chris Fogle, alguien con quien “todo va bien siempre y cuando no le dejes hablar de sí mismo”, sabedor de una secuencia numérica que, al recitarla, le confiere el poder de la concentración total (secuencia que, lógicamente, intentarán conocer tanto Lehrl -ver cap. 49- como Glendenning -con las falsas entrevistas para la película sobre la Agencia Tributaria (ver cap. 14 y 22)-); Russell Nugent, un asiduo más del Meibeyer’s (bar dónde suelen reunirse muchos de ellos después del trabajo para beber durante la happy hour) aficionado a telefonear a su hermana Julie desde el CRE para que recite frases de El exorcista; Meredith Rand, exuberante ex «cortadora» tan bella como palizas casada con “un muerto viviente” que le hace sentirse atrapada (por lo que sigue buscando “alguien que la salve”); Shane Drinion, examinador muy sólido pero “posiblemente el ser humano más soso que hay vivo actualmente sobre la faz de la Tierra" o el propio David Wallace, un tipo que poco tiene que ver con David Foster Wallace por mucho que insista en ser el autor de la novela.

A lo largo del libro aparecen muchos más personajes, de los cuáles se nos revela poco o prácticamente nada acerca de sus vidas. Algunos de ellos son (no es una lista totalmente exhaustiva, pero sí bastante completa): Tom Bondurant, Kenneth «Ya me entiende» Hindle, Robert Atkins, Neti-Neti («la crisis de Irán»), «Segundo Nudillo» Bob McKenzie, Chris Acquistipace, Garrity (otro fantasma como Blumquist), Steve Mead, Likourgos Vassiliou o Howard Cardwell.

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El rey pálido es un libro maravilloso, que mantiene el estilo y gran parte de las principales preocupaciones de su autor (entretenimiento -visto aquí desde su opuesto: el aburrimiento-, paradojas, la posibilidad o imposibilidad de una comunicación verdadera entre las personas, sociedad norteamericana, etc.); además, nos regala nuevos apuntes e ideas bastante interesantes (burocracia, atención, información útil vs. ruido, el trabajo contable como acto heroico, etc.) y nos permite disfrutar de una serie de personajes más “fosterwallacianos” que nunca. Eso sí, no hemos de olvidar que estamos ante una obra en estado larval, inacabada por el suicidio de su autor; de ahí que a veces nos encontremos con capítulos deshilvanados aunque maravillosos (por ejemplo, el cap. 36), contradicciones (las NOTAS Y ACOTACIONES del final a veces confunden; por ejemplo, por un lado se nos dice que Lehrl busca a los mejores examinadores, con idea de enfrentarlos contra A/NADA, pero Stecyk, que está de parte de Glendenning, también parece estar buscando… ¿qué objetivo busca Glendenning con esto?) o fragmentos francamente confusos (cap. 48), que nos hacen soñar con la bella mariposa latente que ya nunca echará a volar. D.E.P.

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Temas principales según el propio David Foster Wallace:

“Esquema embrionario:
2 arcos generales:

1. Prestar atención, aburrimiento, déficit de atención, máquinas contra gente que lleva a cabo trabajos mecánicos.
2. Ser individuos o ser parte de algo más grande: pagar impuestos, ser un «lobo estepario» en la Agencia Tributaria o ser parte de un equipo.
(…) Cuestión central: realismo, monotonía. Planificar una serie de situaciones organizadas para que pasen cosas, pero que en realidad nunca pase nada”.
ANEXO:

Capítulos dedicados o en los que tiene participación cada uno de los personajes (la idea es que sirva de guía, no está completo al 100%):

Personajes importantes:

Claude Sylvanshine: cap. 2, 7, 15, 27, 30, 39 y 49.
Reynolds: cap. 2, 27, 30 y 49.
Leonard Stecyk: cap. 5, 12, ¿17?, 24 y 39.
David Wallace: cap. 9, 24, 27, 38 y 43.
David Cusk: cap. 13, 25, 27 y 40.
«Irrelevante» Chris Fogle: cap. 22, 24, 25, 46 y 49.
Lane A. Dean: cap. 6, 16, 25 y 33.
Toni Ware: cap. 8, 20, 45, 46, 47.
Meredith Rand: cap. 25, 43 y 46.
Shane Drinion («Señor Ex»): cap. 46 y 48.
DeWitt Glendenning: cap. 19, 30, 39, 43 y ¿48?
Merrill Lehrl: cap. 30 y 49.
Blumquist: cap. 4, 26 y ¿33?

Otros:

Kenneth «Ya me entiende» Hindle: cap. 14 y 25.
Russell Nugent: cap. 32, 37 y 46.
Chris «el Maestro» Acquistipace: cap. 24, 25 y 46.
Tom Bondurant: cap. 7, 29 y 46.
Neti-Neti («la crisis de Irán»): cap. 24 y 46.
«Segundo Nudillo» Bob McKenzie: cap. 24, 25 y 46.
Howard Cardwell: cap. 25 y 41.
Ed Rand: cap. 46.
Garrity: cap. 26.
Robert Atkins: cap. 24 y 25.
Steve Mead: cap. 32.
Likourgos Vassiliou: cap. 32.

2 comentarios:

Tyler Durden dijo...

Desde el 17 de noviembre El rey pálido corona mi biblioteca particular.

A pesar de la ajetreada vida personal en la que ando inmerso ultimamente, ya voy por la mitad.

Decir que, a pesar de su carácter inconcluso, que se nota, leer a David Foster Wallace sigue siendo una de las mejores cosas que se pueden hacer en esta vida. Decir que me apena a cada página pasada pensar en que esto es lo último que voy a leer de él. Decir que me sigue creando nudos en la garganta, que sigue erizando mi piel. Decir que actualiza algunos de los temas que siempre le han preocupado, ya tratados en La broma infinita (entretenimiento, incomunicación, etc). Decir que es un puto genio, uno de los mejores escritores de la historia de la literatura, y que resulta doloroso intentar fabular sobre lo que El rey pálido hubiera sido si el corazón de este escritor siguiera saliendo.

Dejo una humilde paradoja que acaba de cruzar mi mente; es curioso que una de las personas más profundamente preocupadas por la posibilidad de que una auténtica comunicación entre las personas sea imposible, logre comunicarse de una manera tan precisa en sus textos. Si el diálogo verdadero es posible, siempre tendremos que volver a David Foster Wallace.

Descansa en paz.

Tyler Durden dijo...

* De las NOTAS Y ACOTACIONES finales de David Foster Wallace: “Glendenning incapaz: perdido en una neblina de idealismo cívico; en realidad el CRE lo dirigen principalmente Tate y Stecyk”.