Superlópez dantesco

 
 
La puerta del infierno.
 
[...] ¡Oh, vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza!
Vi escritas estas palabras con caracteres negros en el dintel de una puerta [...].
 
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En aquel momento vimos un anciano cubierto de canas que se dirigía hacia nosotros en una barquichuela gritando: ¡Ay de vosotros, almas perversas! No esperéis ver nunca el Cielo.
 
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Primer Círculo: el Limbo.
 
[...] éstos no pecaron y aunque han ganado méritos en la vida no es suficiente, pues no recibieron el agua del bautismo [...]. Llegamos al pie de un noble castillo, rodeado siete veces de altas murallas [...]; vi al maestro de los que saben [...], a Sócrates y a Platón [...], a Diógenes, a [...]
 
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Segundo Círculo: los lujuriosos.
 
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Tercer Círculo: los glotones.
 
Espesos granizos, agua negruzca y nieve descienden en turbión a través de las tinieblas [...]; Cerbero, fiera cruel y monstruosa, ladra con sus tres fauces de perro contra los condenados que están allí sumergidos.
 
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Cuarto Círculo: las almas de los avaros y de los pródigos.
 
Pape Satán, Pape Satán Aleppe, comenzó a gritar PLutón con ronca voz [...].
- No te inquiete el temor, pues a pesar de su poder no te impedirá que desciendas a este Círculo.
[...] vi más condenados que en ninguna otra parte, los cuales, formados en dos filas, se lanzaban de la una a la otra parte enormes pesos con todo el esfuerzo de su pecho, gritando fuertemente [...].
 
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Quinto Círculo: los irascibles.
 
- Sobre esas aguas fangosas puedes ver lo que ha de venir, si es que no te lo ocultan los vapores del pantano.
Jamás cuerda alguna despidió una flecha que corriese por el aire con tanta velocidad como una navecilla que vi surcando las aguas en nuestra dirección, gobernada por un solo remero, que gritaba: ¿Has llegado ya, alma vil?
 
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- Mira [...], la feroces Erinnias. La de la izquierda es Megera, de siniestros aullidos; la que llora a la derecha es Alecto, y la del centro es Tisífona [...]. Vuélvete y cierra los ojos, porque si apareciese la Gorgona y la vieses, no podrías jamás volver arriba.
 
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Sexto Círculo: los herejes.
 
[...] Epicuro y todos sus sectarios, que pretenden que el alma muere con el cuerpo, tienen su cementerio hacia esa parte.
 
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Séptimo Círculo, primer recinto: los violentos contra el prójimo.
 
En el bordo de su entreabierta cima estaba tendido el monstruo, oprobio de Creta, que fue concebido por una vaca falsa [...].
Nos pusimos en marcha [...] hacia lo largo de las orillas de aquella roja espuma, desde donde lanzaban horribles gritos los ahogados.
 
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Séptimo Círculo, segundo recinto: los violentos contra sí mismos y contra las propias cosas.
 
[...] penetramos en un bosque que no estaba surcado por ningún sendero. el follaje no era verde, sino de un color oscuro; las ramas no eran rectas, sino nudosas y entrelazadas; no había frutas, sino espinas venenosas [...]. Allí anidan las brutales Arpías, que arrojaron a los troyanos de las Estrofades con el triste presagio de un mal futuro [...].
- Hombres fuimos y ahora estamos convertidos en troncos [...].
 
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Séptimo Círculo, tercer recinto: los violentos contra Dios, contra la naturaleza y contra el arte.
 
Vi numerosos grupos de almas desnudas, que lloraban miserablemente y parecían cumplir sentencias diversas [...]. Llovían lentamente en el arenal grandes copos de fuego, semejantes a los de la nieve que en los Alpes caen cuando no sopla el viento.
 
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[...] - Gerión, ponte ya en marcha, trazando anchos Círculos y descendiendo lentamente. Piensa en la inusitada carga que llevas [...]. Nos dejó Gerión en el fondo del abismo, al pie de una desmoronada roca. Y, libre de nuestras personas, se alejó como una saeta despedida por la cuerda.
 
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Octavo Círculo, primer y segundo foso: los rufianes y seductores y los aduladores.
 
[...] así vi yo, por uno y otro lado de la negra roca, cornudos demonios con largos látigos, que azotaban cruelmente las espaldas de los condenados.
 
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[...] Allí vimos a los que se anidan en una nueva fosa, dando resoplidos por las narices y golpeándose con sus propias manos [...]; vimos en el foso unas gentes sumergidas en un estiércol que parecía salir de letrinas humanas.
 
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Octavo Círculo, tercer foso: los simoníacos.
 
[...] Fuera del brocal de cada uno de aquellos agujeros salían los pies y las piernas de un pecador, hasta el muslo, quedando dentro el resto del cuerpo. Ambos pies estaban ardiendo; por esta razón se agitaban tan fuertemente sus coyunturas que hubieran roto sogas y cuerdas. Del mismo modo que la llama suele recorrer la superficie de los objetos untados de grasa, así el fuego flameaba desde el talón hasta la punta en los pies de los condenados.
 
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Octavo Círculo, cuarto foso: los adivinos.
 
[...] aquellos condenados estaban retorcidos de un modo extraño desde la barba hasta el principio del pecho, pues tenían el rostro vuelto hacia las espaldas y les era preciso andar hacia atrás, porque habían perdido la facultad de ver por delante.
 
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Octavo Círculo, sexto foso: los hipócritas.
 
[...] Abajo encontramos unas gentes que brillaban como el oro [...]. Llevaban capas con capuchas echadas sobre los ojos [...]. Aquellas capas eran doradas por fuera, de modo que deslumbraban; pero por dentro eran completamente de plomo, y tan pesadas, que las de Federico a su lado parecerían de paja.
 
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Octavo Círculo, séptimo foso: los ladrones.
 
[...] Bajamos por el puente desde lo alto hasta donde se une con el octavo margen y entonces descubrí la fosa y vi una espantosa masa de serpientes, que su recuerdo me hiela todavía la sangre.
[...] Entonces vi a un Centauro lleno de ira [...]; sobre sus espaldas, detrás de la nuca, descansaba un dragón con las alas abiertas, el cual abrasaba cuanto salía a su encuentro [...].
- Ese monstruo es Caco, el que al pie de las rocas del monte Aventino formó más de una vez un lago de sangre.
 
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Octavo Círculo, octavo foso: los malos consejeros.
 
[...] vi resplandecer infinitas llamas en la octava fosa cuando estuve en el punto desde donde se distinguía su fondo [...].
- Dentro del fuego están los espíritus, cada uno revestido de la llama que lo abrasa.
 
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Octavo Círculo, noveno foso: los cizañeros y sembradores de discordias.
 
[...] Una cuba que haya perdido las duelas del fondo no se vacía tan rápidamente como un espíritu que vi hendido desde la cabeza hasta la parte inferior del vientre: sus intestinos le colgaban por las piernas, se le veía el corazón y el triste saco donde se convierte en excremento todo cuanto se come.
 
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Octavo Círculo, décimo foso: los falsarios, falsificadores.
 
[...] Íbamos caminando paso a paso sin decir una palabra, mirando y escuchando a los enfermos, que no podían sostener sus cuerpos. Vi dos de ellos, sentados y apoyados el uno en el otro, como se apoyan las tejas para ser cocidas, y llenos de pústulas desde la cabeza hasta los pies.
 
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Descenso al Noveno Círculo: gigantes que circundan el foso.
 
[...] oí resonar una gran trompa, tan fuertemente que habría impuesto silencio a cualquier trueno; por lo cual mis ojos, siguiendo la dirección que aquel ruido traía, se fijaron atentamente en un solo punto [...]; me pareció ver muchas torres elevadas [...].
- Eso no son torres, sino gigantes, todos los cuales están metidos hasta el ombligo en el pozo alrededor de sus muros.
 
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Noveno Círculo: los traidores.
 
[...] llegamos al fondo del oscuro pozo, mucho más abajo de donde tenía los pies el gigante [...]. Vi delante de mí y a mis pies un lago, que por estar helado parecía de vidrio y no de agua [...]. Y a la manera de las ranas cuando gritan con la cabeza fuera del agua [...], así estaban aquellas sombras llorosas y lívidas, sumergidas en hielo [...].
 
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- ¿Qué causa mueve todo este viento? ¿No está extinguido aquí todo vapor?
[...]
- Pronto llegarás a un sitio donde tus ojos te darán la respuesta cuando veas la causa de ese viento.
 
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- He aquí Lucifer [...]. Dos grandes alas [...] se agitaban de manera que producían tres vientos con los cuales se helaba todo el Cocito [...].
 
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Con los dientes [...] trituraba un pecador, de suerte que hacía tres desgraciados a un tiempo. Los mordiscos que sufría el de delante no eran nada en comparación de los rasguños que la causaban las garras de Lucifer, dejándole a veces las espaldas enteramente desolladas.
 
Dante Alighieri, La Divina Comedia.
 
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3 comentarios:

Tyler Durden dijo...

En antiguas entradas ya hablé de mi afición despreocupada (en el sentido de que nunca traté ser, al contrario que en cine o literatura, algo más que un aficionado sin ganas de intentar ver el bosque o rastrearlo un poco más a fondo) por el cómic. Sí he leído todas esas cosas que se suponen imprescindibles pero tampoco mucho más. No recuerdo si hablé de mi pasión por Mortadelo o mi etapa Marvel o sólo me centré en Dragon Ball en la entrada que le dediqué a este manga, pero lo que sí sé es que no dediqué ni una palabra a Superlópez. El motivo es que durante mi infancia lo leí muy de vez en cuando, y sólo lo leí más a fondo tiempo después. Sin embargo, creo que ciertos tomos del superhéroe patrio podrían considerarse el Watchmen español. La caja de Pandora o "El infierno" que nos ocupa, por ejemplo, son verdaderas joyas; tanto es así que si tuviese que explicar a unos niños la Divina Comedia de Dante, no dudaría mandarles leer este cómic a modo de introducción. De todos es sabimos la pasión de Jan por documentarse (y al que no lo sepa, le remito a wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Superl%C3%B3pez#Elaboraci.C3.B3n_de_las_historietas), pero el cómic que hoy he capturado destaca sobre todos ellos por la fidelidad con que Jan representa la obra maestra de Dante.

Otros maestros como San Agustín o El Bosco (aunque algunos quieran encontrar vagos paralelismos con Dante: http://jgalbarro.wordpress.com/2010/07/04/escolios%e2%80%a6-infierno-canto-iii/) también mostraron su propia versión del infierno cristiano, pero Dante se lleva la palma, pues su visión ha inspirado a otros (Domenico di Michelino, Gustave Doré...) y en consecuencia se ha hecho más perdurable... pero, ¿cómo no iba a inspirar y a perdurar un texto tan plástico y evocador como el del italiano?

Jan no sólo se inspira en la obra de Dante: el diablo cojuelo al que Superlópez persigue no es otro que el legendario personaje de la tradición castellana (http://es.wikipedia.org/wiki/Diablo_Cojuelo) ¡Si hasta lo encierra en una botella! Y el pacto de su jefe con el diablo nos recuerda el tema faústico, pero es la representación del infierno de Dante la que vertebra todo el cómic, que narra cómo Superlópez persigue al Diablo cojuelo a través del infierno con el objetivo de que no se haga efectivo el contrato con el que su jefe vendió su alma. Al final, la historia se nos presentará como un sueño, hasta que nuestro protagonista se encuentre con un taxi que lleva a la Erinnias a la peluquería de Llongeras (sic).

Tyler Durden dijo...

Bien es cierto que la obra de Jan sólo es un entretenimiento que pretende homenajear con humildad algo enorme, y como tal cosa ha de verse; la Divina Comedia debe entenderse como una alegoría sobre el viaje del alma del poeta hacia Dios, donde su primer trayecto recorre "el infierno" de la mano de Virgilio, que repesenta la razón (aunque en algún círculo -el de la herejía- ni la razón es suficiente, y tiene que aparecer la Gracia ante el poeta para ayudarle a cruzar -ya que para Dante la herejía era una forma de obtinación intelectual-).

El primer Círculo es el Limbo, donde se encuentran los no pecadores que, no obstante, no conocieron la revelación de Cristo por haber nacido antes. Allí están los grandes filósofos griegos, por ejemplo, y en el cómic de Jan veremos a Superlópez absorto con Sócrates. Hasta las puertas de Dite, que dan paso al infierno más "chungo", hay cuatro Círculos más: los lujuriosos (por el que Jan pasa de puntillas sin deternerse a mostrar la tormenta que los zarandea -es curioso como la mayor parte de los castigos están relacionados con el pecado cometido; en este caso, la tormenta sería una representación de la pasión que los arrastró en vida-), los glotones (donde Superlópez habla con Ciacco, que también aparece en la Comedia), los ávaros y los pródigos y los irascibles. Tras las puertas de Dite, custodiadas por la Medusa (alegoría de la duda religiosa) y las Erinnias (que representan la mala conciencia), llegamos al más horrendo de los infiernos, donde se purgan pecados cometidos conscientemente (los anteriores sólo eran fruto de una voluntad débil). En el sexto están los herejes. En el séptimo hay tres recintos: violentos contra el prójimo (custodiado por el Minotauro, que Superlópez torea, y donde Jan sustituye a Alejandro o Dionisio por Hitler y Franco), contra sí mismos (muy bien representado una vez más por Jan, con Arpías incluidas)y contra Dios, la naturaleza (aquí están los sodomitas, a los que Dante representó con dignidad y a los que Jan ni retrata) y el arte.

Tyler Durden dijo...

Tras esto, Gerión (monstruo griego al que Jan presenta como una especie de funicular cárnico) lleva tanto a Dante como a Superlópez al Octavo Círculo y sus diez fosos: rufianes y seductores (en ambas obras reciben latigazos de los diablos, aunque Superlópez se rebela), aduladores, simoníacos (comerciantes de cosas que pertenecen a Dios), adivinos, barateros (este es el único fosos que Jan se salta de toda la visión de Dante del infierno, supongo que para no resultar repetitivo pues no deja de ser una representación en la vida civil de lo que los simoníacos hacían en el ámbito eclesiástico), hipócritas, ladrones (con Caco castigando), malos consejeros, sembradores de discordias (por el que Jan pasa de puntillas, ya que tendría que haber representado a Mahoma despedazado) y los falsificadores. Si bien el autor es bastante fiel a los castigos de cada foso, iremos viendo cómo progresivamente va pasando de Círculo en Círculo de una forma más rápida, para que la lectura no se haga monótona. Pero la fidelidad es muy grande, al menos hasta el Noveno Círculo.

Tras pasar a los Gigantes (imagen de la fuerza ciega y de un alma sin los lazos del amor o el intelecto), fielmente retratados (tocan la trompa, hablan una mezcla de dialectos incomprensibles...), llegamos al último Círculo, el de los traidores. Aquí Jan nos muestra el Cocito (lado helado donde moran atrapadas las almas de éstos) de pasada y nos lleva rápido a la Judesca, con el Diablo aleteando. La representación de Jan de Lucifer es mucho menos terrorífica que la descripción de Dante, y no nos lo presenta devorando con tres bocas a Bruto, Casio y Judas con la excusa de que anda atareado reformando el infierno, algo comprensible teniendo en cuenta de que estamos ante un cómic principalmente enfocado al público infantil.

Y después de que Lucifer se entere de que hay un intruso y exclame jocosamente "¡Con el Dante, ya van dos!", Superlópez se pone entre el contrato y el dedo del diablo y despierta del "sueño".

Un gran cómic que recomiendo a todo el mundo, ¡sí señor!