Título original: Endhiran (Enthiran) (The Robot).
Duración: 155 min.
País: India.
Director: S. Shankar.
Guión: Karky, S. Shankar, Sujatha.
Música: A.R. Rahman.
Fotografía: R. Rathnavelu.
Reparto: Rajnikanth, Aishwarya Rai, Danny Denzongpa, Santhanam, Karunas, Delhi Kumar.
Género: Acción / Musical / Ciencia ficción / Comedia.
2 comentarios:
Género: Acción / Musical / Ciencia ficción / Comedia... ¿podría darse una hibridación de géneros tal en algún lugar que no fuese Bollywood? Lo dudo.
Desde hace un año tengo una relación con una chica india, y casi inconscientemente me he ido acercando cada vez más a la filmografía de este país. Tenía ganas ya de dedicarle una entrada a la industria cinematográfica más grande del mundo, a la que sigue Nollywood (hablaremos de Nollywood pronto, no os preocupéis) y, en tercer lugar, el querido/odiado Hollywood que todos conocemos mejor.
Ya había hablado del cine indio, sí; concretamente, del cine indio que todo el mundo debería ver (http://labobinadepandora.blogspot.com.es/2011/10/la-cancion-del-camino-1955.html)... pero no había hablado del cine bollywoodiense, y qué cojones, hoy estoy palomitero (con curry! :-)
Pensé en hablar de Devdas, por ejemplo, pensé en Sólo se vive una vez, con los protagonistas visitando los sanfermines, pensé en títulos directamente pensados para su exportación al resto del mundo, como Mi nombre es Khan, pero al final me he quedado con la surrealista y para bien o para mal inolvidable Endhiran (Enthiran).
Endhiran es algo así como una mezcla de Terminator, el mito del doctor Frankenstein, Matrix Revolutions y el musical bollywoodiense más típico... una mezcla aparentemente imposible, realmente imposible, pero que ha sido mezclada, contando con el presupuesto más elevado de la historia del cine de Bollywood y con Rajinikanth, un ídolo de allí (aunque a mi me pareció una especie de Buenafuente indio con papada, impresión que no ayudó a que sintiese temor por un robot supuestamente destroyer que sin embargo parecía estar a punto de contar un chiste en cada plano), y la bella bellísima Aishwarya Rai (aunque me quedo con Freida Pinto sin dudarlo un instante) como protagonistas; ésta última, más conocida fuera de sus fronteras por haber sido Miss Mundo en el año 1994.
Cuando uno ha visto ya tanto cine, y los típicos modos norteamericanos y europeos de relatar no le sorprenden, es un gustazo descubrir cinematografías como la oriental. Gente como Kitano (a quien aún le debo una entrada en este blog), por ejemplo, tienen un modo de narrar que resulta único y sorprendente, aunque probablemente sólo sea un continuista imaginativo de las tradiciones narrativas de su entorno, tradiciones que desde occidente nos son desconocidas. Pasa lo mismo hasta en el cine de género. El terror oriental es otra cosa. Y asusta más porque no conoces sus códigos narrativos. Al menos, hasta que te vas a costumbrando a ellos. Y quizás tiendas a sobrevalorar un poco, lo reconozco, pero... ¡es que es tan grato sorprenderse!
Con el cine bollywoodiense, por desgracia, no encontramos un contraste tan radical. A nivel narrativo, hay que reconocer que estamos ante unos códigos que suelen respetar (para mal) el melodrama hollywoodiense más típico. hibridado con una estética MTV que poco (nada) me atrae. Sin embargo, hay sorpresas. Pero estas no están en la técnica, sino en las historias. No en cómo se cuentan, sino en qué cuentan. Las historias de la India, influeciadas en el cine clásico de Hollywood (y en el palomitero) pero a su vez en textos épicos como el Ramayana, dramas sánscritos, el teatro Parsi... es un batiburrillo caótico y sorprendente, como una explosión de fuegos artificiales no controlada. Sería absurdo aplaudir un tipo de cine que se presenta a tus ojos como lo que más odias de Hollywood con añadidos imposibles, chirriantes... y sin embargo, la novedad puede contigo. Ves al prota con la chica cantando en Machu Pichu y al segundo estás metido en una escena digna de Yo, Robot.
Mientras la veía ayer con un amigo, éste se imaginaba al guionista como un flipado al que le hubieran dado cartas blancas para meter todas las flipadas que se le ocurriesen una detrás de otra; que no se preocupase por el presupuesto, que escribiese sin ataduras... y así parece haber sido escrita. Ver películas como éste resulta ser toda una experiencia. Dentro de dos más, no creo que vuelva a ver ni una cinta de esta tipo pero, merece la pena probarlo.
Ah, y los efectos cojonudos. No los esperaba tan buenos. Lo dicho: palomitas con curry. No se indigesten.
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