Título original: Dragon Ball Z: Tatta Hitori no Seishou Kessen Furiza ni Chounda Z Senshi Songokuu Otosan (Bardock: The Father of Goku).
Duración: 45 min.
País: Japón.
Director: Daisuke Nishio.
Guión: Katsuyuki Sumisawa, Takao Koyama (Manga: Akira Toriyama).
Música: Shunsuke Kikuchi.
Fotografía: Animación.
Reparto: Animación.
Género: Manga / Ciencia ficción / Acción / Precuela / Televisión.
1 comentario:
No volveré a hablar de una devoción juvenil ya comentada en la entrada dedicada a Ghost in the Shell. Sí diré que, a pesar de admirar el universo creado por Toriyama, detesto profundamente algunos sucedáneos que surgieron con el único propósito de exprimir la gallina de los huevos de oro (hablo de Dragon Ball GT, las 17 películas animadas basadas en la serie pero totalmente desligadas argumentalmente hablando, videojuegos varios, las dos películas protagonizadas por seres humanos que no voy a nombrar y otras bajezas semejantes).
Sin embargo, hay dos episodios especiales que amplían el universo de la serie original extremadamente audaces, y supusieron para mí un agradable descubrimiento. Por un lado, Dragon Ball Z: Un futuro diferente, que amplía la historia del Trunks que viaja a un universo paralelo para avisar del peligro que supondrá Célula; por el otro, y destacando con fuerza y calidad, la película que aquí he capturado: El último combate.
A diferencia de lo que el título parece sugerir, El último combate narra el génesis de todo el universo de Dragon Ball, de una forma magnífica (podría haberla visto el puto James Wong, la verdad). La película nos muestra a Bardock, el padre de Goku. Él y toda su raza trabajan como mercenarios del todopoderoso Freezer. Pero Freezer, consciente del creciente poder de la raza saiyan, decide exterminarla a pesar de su fiel labor mercenaria. Bardock, conocedor del aciago destino de toda su raza, intenta prevenir a su pueblo, pero es ignorado cual Casandra. Y finalmente muere a manos de Freezer, con una última sonrisa en la cara, pues vaticina el futuro encuentro de su hijo Goku, milagrosamente salvado de la destrucción, con el tirano intergaláctico.
Estamos ante una película magníficamente realizada, oscura, apocalíptica pero con un hueco para la esperanza, sin supersaiyans pero llena de golpes, sangre y sufrimiento, dueña de un final apoteósico, fundacional... el comienzo perfecto de una historia que llenó muchas horas de mi juventud, y que hoy recuerdo con cariño.
Si eres joven, o te gusta Dragon Ball, tienes que verla.
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