Sobre "el gallardo pueblo afgano" y otros cuentos


"La Guerra de Afganistán (1979-1989), también conocida como Guerra soviética en Afganistán, fue un conflicto armado de nueve años de duración que implicó al Ejército Soviético, conjuntamente y en apoyo al gobierno del Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA) contra los fundamentalistas islámicos insurrectos, autodenominados muyahidines, tanto de Afganistán como del extranjero, y que eran apoyados por Estados Unidos y otras naciones, en el contexto de la Guerra Fría".
Fuente: Wikipedia.


Rambo III (Peter MacDonald, 1988)

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2 comentarios:

Tyler Durden dijo...

¿He hablado alguna vez de mi teoría sobre el "trauma post-Reyes Magos"? Medio en broma medio en serio, siempre digo que el descubrimiento de la gran mentira acerca de los monarcas mágicos debería marcar un punto cero en la vida de cualquier persona coherente. Ya que, una vez revelada la cruda realidad, ¿en qué puede uno creer? Ya no se ve de la misma forma la religión, ni la ley, ni la ciencia, ni ná de ná. El "Sólo sé que no sé nada" socrático debió surgir forzosamente cuando el griego descubrió que Melchor era papá jaja (¿Qué es la filosofía sino el trayecto entre en "Sólo sé que no sé nada" y el "No sabemos, sólo podemos conjeturar" de Popper?) Lo peor son las opciones que derivan de este desencanto: la imbecilidad que supone el nihilismo y el destructivo y pasivo escepticismo/cinismo.

Así que uno siempre termina tomando partido por algo... más o menos al tuntún, con la mejor voluntad posible, el máximo de apertura mental y tolerancia posible y... bueno, como humanamente se puede... hace un tiempo, leyendo sobre los sesgos cognitivos y las falacias lógicas me preocupó muchísimo leer "(...) la ciencia nos dice que existe el planeta Urano, y se cree de manera preferente en su existencia. Es un acto que evita el gasto energético y de tiempo, de comprobarlo y que además proporciona estabilidad social.
Hoy en día se vive del prejuicio informativo de muchas fuentes porque el trabajo necesario de comprobarlo nos impediría vivir en sociedad. Por tanto, se ha hecho inevitable basarse en suposiciones, prejuicios o probabilidades, que la conciencia decide sesgar de una manera u otra en función de resultados anteriores (...)".

¿Duro, eh? Vivir en esta determinación, incapaz de llegar a todo, con cuatro pilares básicos que no obstante se tambalean. En fin, la vida. El problema es que desconfiar de todo también es una postura absurda e inviable, y no creer en nada de lo que la sociedad te cuenta te convertiría en un ermitaño conspiranoico igualmente equivocado. Como suelo decir, ¡mesura! Ningún extremo es recomendable.

Así pues, las informaciones relacionadas con los EEUU y "sus movidas" me parecen el ejemplo perfecto de esta tensión entre la incredulidad total y la necesidad de aceptar como verdadero algo no comprobable. Por un lado están las versiones oficiales, tan espantosamente sospechosas siempre (y hay ocasiones en que se les ha pillado con los pantalones bajados, vamos, que no son de fiar), por otro, los insoportables "antiamericanistas", que prefieren apoyar a un dictador como Fidel Castro antes que dar su brazo a torcer, y que plantean conspiraciones en cada una de las cosas que la primera potencia mundial hace.

Cuando "murió" Bin Laden me entraron ganas de hablar del tema, porque me resultó una noticia bastante violenta éticamente hablando, pero en seguida sentí que aquel entramado de historias y versiones y contraversiones me superaba... ¿cómo hablar del asesinato de alguien que otros ya daban por muerto? Por un lado, has de creer que Bin Laden es el demonio reencarnado, por el otro, que EEUU no pisó la Luna y que autoexplotó las torres gemelas...

Tyler Durden dijo...

Continúo aquí por falta de espacio:

Así que da gusto ver cosas innegables como esta extraña coincidencia, aunque no aclare nada. Es innegable que EEUU adiestró a los fundamentalistas islámicos, entre los cuáles estaba Bin Laden, durante la década de los 80; está tan claro que tenemos películas tan bochornosamente propagandísticas y poco subliminales como este Rambo III (personaje que no obstante siempre he seguido con devoción a través sus films de casquería bélica -y que curiosamente nunca me pareció un patriota precisamente, sino algo así como un impulsivo superhombre nietzscheano bastante desencantado de la vida-), que cual Boinas Verdes se interesa en mostrar al fundamentalismo afgano como una especie de grupo de respetables creyentes oprimidos por el demonio ruso. Para mear y no echar gota.

La dedicatoria final a "el gallardo pueblo de Afganistán" me parece el mayor WTF de la historia del cine de acción contemporáneo. En fin señores, que ver a John Rambo, americanísimo a su pesar, a lomos de un caballo afgano no tiene precio.

Son las cosas de la propaganda, que caduca demasiado pronto y ahí se queda el olorcillo a podrido. Y después de la Guerra de Afganistán, y del 11-S, y después de las guerras que colearon y después de tanta mierda, pues la historia se repite: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/25/internacional/1264411421.html

Y al final lo único que te queda claro es que tienes un regusto amargo en la boca. Y que Obama es Nobel de la Paz.