Michel Houellebecq (1956)


"Josiane cogió el toro por los cuernos y decidió abordar de frente la cuestión del turismo sexual. Ella lo consideraba absolutamente asqueroso, no había otra palabra. Era escandaloso que el gobierno tailandés tolerase ese tipo de cosas, la comunidad internacional tenía que movilizarse. Robert la escuchaba con una sonrisita que no auguraba nada bueno [...].
- Es completamente vergonzoso que unas bestias vengan a aprovecharse con total impunidad de la miseria de esas chicas. [...] ¡Es esclavitud sexual!- aulló Josiane [...]-. ¡No hay otra palabra!
Yo bostecé ligeramente. Ella me echó una mirada fulminante, pero siguió, poniendo a todo el mundo por testigo.
- ¿No les parece escandaloso que cualquier cerdo pueda venir a tirarse a unas chiquillas por un bocado de pan?
- No por un bocado de pan... -protesté con modestia-. Yo he pagado tres mil baths, más o menos el precio francés.
[...] - Le ha salido un poco caro... -observó Robert-. En fin, si la chica valía la pena... Josiane temblaba de los pies a la cabeza [...], dejó el plato con tal violencia en la mesa que lo partió en tres pedazos; luego se dio la vuelta y desapareció en la noche, andando deprisa hacia los bungalows.
[...] - ¿Tan buenas son esas pequeñas masajistas?... -preguntó René, pensativo.
- [...] ¡Una pura maravilla! Y eso que usted no conoce Pattaya [...]. Es Sodoma y Gomorra [...]. Yo he viajado mucho, señor, he viajado por placer, y no dudo en decirle que, para mí, las tailandesas son las mejores amantes del mundo".

4 comentarios:

Tyler Durden dijo...

Leyendo Plataforma, mi última oportunidad a Houellebecq, me sorprendí al descubrir que aún no había tocado en La Bobina un tema tan escabroso como el del turismo sexual.

Así que adelante.

Decir que todas las imágenes capturadas para el blog son 100% reales, y están sacadas de vídeos al alcance de cualquiera con sólo entrar en Youtube y teclear "Pattaya girls" o algo similar (sic).

Como joven medianamente atractivo y con pareja desde hace siete años y pico nunca me ha parecido demasiado normal la idea de pagar por tener sexo. Pero creo que puedo entenderlo poniéndome en la piel de otro tipo de persona... o como salida cómoda para la gente que quiera tener experiencias "menos convencionales", mucho más fáciles de conseguir pagando (aunque con esto de Internet, los foros y los chats, creo que con paciencia podrías obtener cualquier cosa completamente gratis -hasta el angelito de Armin Meiwes consiguió a su cena en la red-). En fin, resumiendo, aunque yo no lo haga ni creo que lo necesite nunca puedo entenderlo, y no tengo nada en contra de la compra/venta de cuerpos o lo que le dé la gana.

Lo que ya me cuesta entender más es la idea del turismo sexual normal y corriente... quizás entendería (ojo, entender en el sentido de ver la relación causa-efecto, no de parecerme razonable, ya que es algo abominable) el turismo sexual infantil, ya que los enfermos van allá donde les dejan realizar impunemente sus perversiones, pero... ¿irse a al fin del mundo por follar con una mujer?

Pensando en el aspecto económico, no me cuadra. Hace tiempo escribí un relato sobre un impotente aficionado a las relaciones (previo pago) con transexuales porque estas le procuraban al menos placer prostático, y me informé bastante de las tarifas, las costumbres y el mundillo de la prostitución.

A pesar de las divas que se anuncian por ahí a 300 euros la hora, un profesional del sector competente ronda (hombre, mujer o transexual) los 120 euros la hora.
Todo lo que baje de este precio ya es un riesgo para el consumidor, pues la calidad baja mucho con cada euro. Desde los foros especializados se avisa de que un alto precio tampoco asegura un buen servicio; lo mejor según ellos es leer y leer experiencias de otros usuarios e ir por lo seguro. Y la prostitución callejera es una pérdida de dinero (aunque sólo te cueste 20 euros la mamada), porque, según ellos, además de los riesgos para la salud la implicación siempre es cero y resulta ser el peor sexo posible.
Acudiendo a los foros de viajes, se habla de que el precio de un viaje a Tailandia, con parada en Pattaya, rondaría los 1600 euros (al precio que decían le sumé gastos razonables en consumiciones y los pagos a una prostituta tailandesa cada noche -cobran una ridiculez, no sé si 2.000 baths toda la noche -50 baths son 1 euro-, pero todo suma).
Así que lo que te costaría tu viajecito sexual de una semana (en el que te follarías a 7 u 8 tailandesas a lo sumo) equivale en dinero a que diez prostitutas de de nivel medio-alto (y de la nacionalidad que quisieras: ucranianas, españolas, colombianas, chinas... o tailandesas!!) acudieran a tu casa a follarte durante una hora... o que acudieses tú a los domicilios de 7 prostitutas (porque no te las puedas llevar a casa o tengas ganas de darte un paseo) y te pasases DOS HORAS con cada una de ellas (o con 14 si te basta una hora).

Por tanto, económicamente estamos ante una decisión completamente absurda.

Y moralmente, si se puede hablar de moral ante este tipo de gente... bueno, digamos que creo que las prostitutas españolas, al menos la gran mayoría, hacen esto por decisión propia en mayor grado que las pobres tailandesas muertas de hambre...

Continúo en el siguiente comentario.

Tyler Durden dijo...

Como ya he dicho, esta era la última oportunidad que le daba a Houellebecq, y bueno... que le den. Resulta que "el wikipedias" (http://www.elpais.com/articulo/tecnologia/Acusado/plagio/escritor/frances/Michel/Houellebecq/elpeputec/20100906elpeputec_1/Tes) se pegó unas vacaciones sexuales en Tailandia y decidió contarlas en otra novela para pagarse las próximas... y como siempre, nos cuenta lo mismo en el mismo estilo cenizo de siempre, con pasajes porno realistas cuando se trata de sexo de pago y totalmente forzados cuando se trata de sexo por amor y-barra-o pasión (será la falta de costumbre de hacerlo sin pagar, digo yo), y cuando deja de quejarse o de follar pues te describe los lugares con el mismo estilo aséptico e insoportable de las guías de viajes antiguas (ahora son más "buenrrollistas", cosa que aún aguanto menos) o de lo último que está leyendo, y no es Pavese precisamente, sino un subnormal que lee La tapadera y aún le sorprende que sea mala (por cierto, tu prosa tampoco es para tirar cohetes capullo). Por otro lado, con lo interesante que es el tema se dedica principalmente a contar sus folladas, no hace ni un análisis de los factores que pueden producir esto, ni lo que subyace bajo toda la organización, ni nada, ni siquiera capta el ambiente, terminas de leer el libro y no sabes cómo es Tailandia. Igual tengo el síndrome post-Foster Wallace (por cierto, cómo me gustaría leer algo suyo sobre este tema), y necesito a un grande que me lo borre de la cabeza, no lo sé... pero vamos: no pierdan el tiempo con Plataforma en particular y Houellebecq en general.

A su favor, aplaudir la idea de una agencia dedicada a promover este tipo de turismo, su puntapié a los fundamentalistas islámicos (aunque rezume sal gruesa) y un apunte que deja caer durante la novela y que quizás sí ayude a explicar las motivaciones del turista sexual: las tailandesas saben dar placer, algo que no es tan seguro en occidente. Me explico: por lo leído, cuando pagas a una tailandesa pagas por pasar una noche con una novia, tal cual. Su entrega es grandísima, nada comparable a cualquier prostituta de aquí, que si bien lo hace por elección y no por obligación, no lo hace por gusto, si no por dinero (que me perdone el 1% que lo haga por placer, si es que existe). Así que, al final, igual resulta que la gente hace miles de kilómetros en un viaje moralmente abominable y económicamente absurdo con el fin oculto de recibir algo de cariño, de sexo con cariño, tan natural que casi parece auténtico.

All you need is love, ya lo decían los Beatles...

Anónimo dijo...

Sin duda este es un tema peliagudo...
No he leído a Houllebecq, por lo que me temo que no estoy en posición de juzgarle, así que me centraré en el tema del que hablas, el del turismo sexual.
Entiendo que cada uno es libre de hacer turismo por lo que quiera, y entiendo también que haya gente dispuesta a cruzar medio mundo en busca de sexo de pago, aunque, como bien explicas, ya tengan una buena oferta que demandar en su país de origen. Sin duda, el turismo sexual es un gran negocio que mueve grandes sumas de dinero. El problema de este negocio, a mi entender, radica en la doble moral que lo rige. La permisividad con la que se acepta la cara más amable y lucrativa de la cadena mientras se omite y desprotege a los peones que ponen en marcha todo este negocio, las propias prostitutas. Y ahí está el problema, no creo que estas pobres chicas gocen de mucha protección (ni en España ni, mucho menos, en Pattaya), por lo que considero esto como algo despreciable moralmente hablando. Siempre hay gente dispuesta a aprovecharse de la situación, y desde luego esa doble moral que rige ese negocio abre una enorme grieta por la que colarse a sacar partido.

Tyler Durden dijo...

Actualización:
añado un fragmento extra de su, a día de hoy, última y polémica obra (Serotonina):
https://labobinadepandora.blogspot.com/2019/09/serotonina-de-michel-houellebecq.html

Y como rectificar es de sabios, reconoceré que, siete años después, desde que leí la maravillosa El mapa y el territorio, mi aprecio hacia este escritor ha ido aumentando sobremanera, aunque me siga pareciendo un prosista regulero.